La prensa argentina y los gobiernos de turno: “La opinión”

Desde su principio a su fin: "La Opinión", el diario argentino de los años '70 y su breve paso por la historia argentina.

Desde sus comienzos la prensa argentina, en concordancia con la prensa del resto del mundo ha resultado motivo de discusión respecto a la independencia del poder de turno y su relación con los contenidos difundidos a través de ella, así como el sesgo y la orientación de los temas más sensibles en cada etapa de la historia argentina.
Es por esto que es indispensable distinguir el caso del periódico “La Opinión”, fundado en el año 1971 de la mano de Jacobo Timerman, quien fijó las pautas editoriales desde un principio: «a la derecha en economía, centristas en política, y a la izquierda en cultura». Si bien tuvo sus inicios durante una época de cambios sociales fundamentales para el país, no se vería realmente afectado si no hasta la llegada del Golpe Militar del año 1976.

Imagen del periódico "La Opinión", con la edición del día en que el general Videla toma poder de la Argentina
Imagen del periódico “La Opinión”, con la edición del día en que el general Videla toma poder de la Argentina

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Inspirado en el diario francés “Le Monde”, carecía completamente de fotografías, tuvo como únicas ilustraciones, y en distintas épocas, los dibujos de Hermenegildo Sábat, Daniel Melgarejo, Dante Bertini y Patricio Bisso. Más adelante fue ilustrado en 1972 con fotografías de Miguel Ángel Otero.
Así fue que se formaron equipos de trabajo con gente enormemente talentosa: Miguel Bonasso, Juan Gelman, Tomás Eloy Martínez, Hermenegildo Sábat, Luis Guagnini, Horacio Verbitsky, Osvaldo Soriano, Enrique Raab, Tomás Eloy Martínez, Enrique Alonso, Mario Diament, Rodolfo Pandolfi, José Ignacio López, Francisco Urondo, Alejandro Horowicz, Julio Nudler, Juan Carlos y Julio Algañaraz. Esté último fue designado subdirector del diario.
La Opinión era un diario con problemas técnicos severos, originados en su lugar de impresión. Por ello se comenzaba a cerrar páginas desde las 2 de la tarde y se continuaba ese proceso cada hora; lo último que quedaba para producir era la tapa y la contratapa y se dejaba ese espacio para las noticias que se deben seguir durante toda la jornada con el máximo alcance temporal posible. Lo que redoblaba así el esfuerzo y el orgullo de los periodistas para colocar su propia producción, más allá del tiempo que demandara y de las condiciones que exigiera.
Pero “La Opinión” no fue la excepción. La Junta Militar que tomó el poder en 1976 utilizó, de manera sistemática, los medios de comunicación como espacio de construcción de un discurso oficial que eliminara otras voces a través de la censura a medios o personas, hasta llegar al extremo de la detención, desaparición o exilio forzado de periodistas, intelectuales, artistas y trabajadores del ámbito de la cultura.


Al año siguiente de abrir sus puertas, dos bombas explotaron: una en la redacción y la otra en la puerta de la casa de Timerman. Luego de haber funcionado durante seis años, en 1977 fue clausurado y expropiado tras quebrar el “orden legal y constitucional del país”.
En abril de 1977, un grupo armado del ejército se lo llevó a Jacobo Timerman de su departamento de la calle Ayacucho. Estuvo desaparecido y fue torturado, hasta que el general Ramón Camps, hizo pública su detención. Camps, simpatizante de los métodos nazis y jefe de la policía bonaerense, veía en Timerman, el símbolo de la conspiración sionista-comunista- norteamericana que lo desvelaba. Lo acusaba de ser socio de la guerrilla peronista Montoneros, a través del capitalista del diario La Opinión, y lo mantuvieron preso dos años y medio.
Tras el secuestro de Timerman y posterior expropiación, la dictadura publicó el diario hasta 1981, con el mismo nombre pero una línea editorial totalmente distinta.
Cabe descatar una célebre nota de tapa que, con el título de “Bajo el signo de la moderación” el periódico derrocha palabras en demostrar la justeza del discurso del Presidente Videla del día anterior. Hacia el final, dice que: “la invocación final a Dios, sintetizó las aspiraciones de las autoridades” y transcribiendo los pasajes salientes del mensaje, concluye: “De este modo, el general Videla dejaba atrás todo margen de dudas; el proyecto nacional de las Fuerzas Armadas se caracteriza por la moderación.”
Destinado a intelectuales, artistas, estudiantes y sectores progresistas de la clase media, “La Opinión” no logró sobrevivir a los embates del gobierno militar, lo que lo llevó a mutar el espíritu con el cual fue concebido hasta su desaparición final.