El mundo editorial está viviendo una gran revolución y es tiempo de reflexionar sobre el presente y el futuro de las revistas. Internet, las redes sociales y el uso constante del celular han cambiado las reglas del juego y la manera en que las revistas se relacionan con su público receptor. La comunicación se ha convertido en conversación, se ha transformado en un diálogo constante y universal.
Ahora los lectores tienen voz, quieren opinar e interactuar e incluso crear contenido propio. Nace una relación directa, que permite le permite a las editoriales poder escucharlos y saber enseguida sus gustos, pasiones y necesidades y, así, pueden ayudarlos a encontrar su estilo, mejorar su vida, cumplir sus sueños y, en definitiva, ser un poco más feliz.
Para analizar un poco, podemos elegir por ejemplo a la revista Elle. El rol de las revistas de moda hoy trasciende el puro papel. Esta revista es mucho más que una cabecera, es una gran marca, que se declina en varios soportes –print, web, redes sociales y app– y ha hecho de la moda el modo, un estilo de vida, una manera de vestir, de sentir y de ser. Hoy hay un Elle en cada momento del día, un referente con una filosofía y un ADN único que hace que la lectora esté orgullosa de identificarse con la revista, le sea fiel, la lleve con satisfacción bajo el brazo y quiera ser una chica Elle. Este es un factor clave: tenemos que hacer revistas que los lectores quieran mostrar, como si fuera el accesorio de la temporada, que nos define y añade un toque. Porque, hoy más que nunca – y cito al escritor argentino Borges, quién dijo: – “somos lo que leemos, y nuestro cerebro se transforma literalmente a través de los textos que introducimos en nuestra mente”.
Este año, nos enfrentamos al desarrollo de piezas (libro, diario y revista) que nos requerían previamente definir un grupo selecto al cual pudiéramos destinarlas, ¿para quién?. No sé a ustedes, pero a mí no me resulto fácil definir aquello a lo que también pertenezco sin volcar todos mis intereses y gustos en mi usuario final. Nosotros, que estamos constantemente como emisor y receptor podríamos analizar ambos puntos. Por ejemplo, si me planto desde mi lado de receptora, pienso que leo aquello en lo que creo. Y, para que me guste, lo que leo tiene que emocionarme. Entonces reflexiono desde mi lado de comunicadora y digo que si queremos contar una historia, transmitir un mensaje y que sea viral, hay que emocionar. Hoy la comunicación es emoción. Para que el lector nos escuche, tenemos que conmoverlo, hacerlo reír, llorar, sentir, porque, sin emoción, no hay memoria. Y cuando algo está en la memoria, es parte de tu vida, de tu historia.
Como comencé al principio, me pregunto hacia donde van las revistas con está revolución digital? Va a desaparecer el papel en un futuro no muy lejano? Es verdad que algunas revistas míticas han dejado su versión impresa, pero también hay más de un proyecto nacido sólo online que luego ha querido apostar por el soporte físico. Porque el papel es sinónimo de credibilidad, rigor y prestigio. Lo que está escrito –e impreso– queda grabado, no se puede cambiar y perdura en el tiempo. En internet hay muchísima información, a veces anónima y no siempre cierta, y por eso se necesita que alguien la edite y compruebe su autenticidad. Alguien con autoridad, como si fuera un comisario de exposición, con conocimiento y, posiblemente, con gustos e intereses afines a los nuestros.
Es cierto que la mejor defensa es y será siempre la calidad. El papel tiene una magia inimitable; proporciona una experiencia sensorial, táctil e incluso visual, única y una lectura reposada, profunda y distendida. Las revistas tienden a ser objetos de culto, de arte, de lujo: alta costura editorial. Parecidas a nuevos table books, tienden a ser publicaciones de referencia, casi artesanales, hechas con mimo, que se pueden exhibir, guardar en la librería o poner encima de una mesa en el salón, por sus portadas sorprendentes, sus fotos de autor, los juegos tipográficos, los textos de plumas reconocidas, las entrevistas exclusivas y mucha, mucha lectura. Las buenas revistas, las que serán capaces de convertirse en experiencias únicas, dar gran contenido, trascender el tiempo y hacer soñar, reflexionar e informar, esas sobrevivirán. Y el papel seguirá siendo un muy buen negocio. Internet nos trae una capacidad de innovación constante, el factor sorpresa y la inmediatez. Muchos de los que posiblemente lean esto, hayan nacido sumergidos en ella. Pero pienso en el futuro de grandes revistas y van a tener que adaptarse a la nueva situación, porque las épocas de los grandes cambios son también las de las grandes oportunidades. Los avances tecnológicos hoy nos abren nuevas fronteras creativas. Hoy todo es posible. El celular se está convirtiendo en el gran soporte de información (lo miramos 150 veces al día de media), el vídeo es una nueva y rápida manera de trasmitir contenido, las redes sociales refuerzan la imagen de marca.