La lógica del kanji

Por qué los diseñadores japoneses nos llevan una gran ventaja

Los idiomas siempre me gustaron mucho. Desde temprana edad me mandaron a una escuela TRILINGÜE (sí, el triple de difícil), pero pronto empecé a ver el lado bueno de tener tres materias que esencialmente se dedicaban al mismo análisis exhaustivo y tedioso de tres idiomas distintos. Los idiomas eran español, inglés e italiano.

La principal ventaja era poder comunicarme con mis abuelos, dos inmigrantes italianos que nunca terminaron de aprender bien el español, y mechaban todo el tiempo con palabras inentendibles. Mi estrecha relación con ellos hizo que me fuera bien en italiano, y mis clases de italiano, que mi relación fuera estrecha con ellos.

Con el inglés tengo una relación más pragmática, ya que es prácticamente obligatorio en esta época si querés pertenecer a ciertas modas o entender ciertos chistes, por lo que agradezco mi temprana inmersión.

Estar en contacto con varios idiomas y entender cómo funcionan te hace entender al mismo tiempo cómo es la idiosincrasia de la gente que los acuñó y que los habla, y desde siempre me pareció fascinante indagar en estos temas, no sé si llamarlos sociológicos, o me atrevo a decir antropológicos.

 

Al meterme en diseño gráfico, que yo creí tenía un enfoque más artístico, pensé haber dejado de lado todos estos intereses que nunca supe a qué rama etimológica pertenecían, nunca supe bien cómo nombrar o explicar. Pero, para mi grata sorpresa, volví a cruzarme con ellos en las materias que menos pensé que me atraerían tanto. Historia y Comunicación. Específicamente, semiología.

En historia aprendí que las primeras formas de escritura eran logográficas, es decir, pequeños signos que remiten a imágenes de la naturaleza. Entonces, por ejemplo, los egipcios tallaban con rudimentarias herramientas dos peces y una vasija y eso ya significaba una palabra.

Semiología, por otro lado, me enseñó a clasificar las distintas formas de escritura, y la tremenda eficacia y superioridad de las formas logográficas sobre las demás formas de escritura.

Fue por esta época más o menos cuando me empecé a interesar por el idioma japonés. Los japoneses son lo más alejado que se me ocurre dentro de la humanidad a la lógica occidental, su prioridad es el trabajo y la eficiencia, y por supuesto, todo esto se refleja en su idioma, que tiene otro léxico y otro sistema de escritura, (de hecho tiene 3 sistemas de signos distintos), por lo que es doblemente difícil de aprender y lo he abandonado muchas veces, pero cuando entendí por fin la ventaja de los kanjis, me fascinó.

 

Paso a explicarla, espero, brevemente.

 

El sistema de escritura japonés está basado en sílabas. Para expresarlas, se utilizan unos signos llamados “kana” y dentro de los kana, se distinguen dos tipos de escritura, “hiragana” (más curva, familiar, “blanda”, típicamente japonesa) y “katakana” (más recta, para escribir palabras extranjeras, más formal o enfática). Puede parecer confuso, pero recordemos que acá también tenemos dos alfabetos de signos distintos (minúsculas y mayúsculas)

Teóricamente, cualquier palabra japonesa se podría escribir a partir de estas 46 sílabas y signos. En consecuencia, por lo limitado de su fonética hay gran cantidad de palabras que se escriben y pronuncian igual y por lo tanto, a menudo es necesario introducir algo más para distinguir el significado.

Para ello se utilizan los “kanji”, que pertenecen a un sistema de escritura logográfico de origen chino en su mayoría.

Cualquiera que haya cursado la materia Comunicación 1 seguramente empezará a reconocer alguno de los términos que menciono. Para ahorrarles el viaje al cajón de los apuntes polvorientos, les explicaré que hay tres tipos de sistemas de escritura: Fonético, silabario y logográfico.

Nuestro alfabeto es un sistema de escritura fonético. Es decir, cada signo representa un sonido al hablar. Estos signos son combinados, intercambiados, agrupados, y al leer forman un sonido en nuestra mente. Independientes y fuera de contexto, carecen de sentido.

El sistema japonés kana es un silabario, reúne signos que representan distintas sílabas.

El sistema de kanji chino, sin embargo, es logográfico. El sistema de escritura más primitivo pero también más eficiente. Cada símbolo de kanji representa una palabra, una sensación, y puede otorgar un significado muy distinto según el orden que presentan.

 

Fin de la parte técnica. Si siguen conmigo, vamos a los ejemplos.

 

Tomemos esta frase:

(ignorar lo antinatural y acartonada que nos resulta esta oración, es la única forma de traducir al japonés)

 

Al traducirla podemos emplear tanto el sistema de signos Hiragana como Katakana:

     Hiragana                                                             Katakana

 

Hasta aquí ambos sistemas parecen tan rápidos de leer como el nuestro, aunque estudios han demostrado que una vez memorizados los silabarios y sus respectivos sonidos, la lectura es 10 veces más ágil que en el idioma latino.

 

Pero qué pasa si agregamos el kanji

Hiragana + Kanji

 

¿Por qué es esto más efectivo? Uno podría decir que lo único que hicimos fue añadir signos más complejos, por lo tanto más trazos. Agregamos otro diccionario completamente distinto. Entonces ¿cómo puede ser de lectura más ágil?

Y la respuesta está una vez retiramos el hiragana de la ecuación, quedándonos solo con los kanjis:

El sentido de la oración se entiende IGUAL

(En orden: Tiempo, perseguir, vivir/subsistir, Persona actual, tiempo, importante, tiempo, eficacia, usar, pensar/creer)

Claro que se trata de una versión más rudimentaria de la oración original. Si quisiera profudizar en el significado, tendría que detenerme a leer el resto. Pero con la incorporación de los kanjis, los japoneses lograron hacer su ritmo de lectura 20 veces más rápido de lo que cualquier lector del alfabeto latino podría aspirar.

La razón es puramente semiológica. Es una relación de icono-significante en la que un japonés puede ver el kanji de muerte “ 死 “ y va a palidecer, porque la imagen que va a acudir a su mente como un flechazo es la de un muerto, un cadáver, o quizás la acción de fallecer, o quizás que un peligro de muerte se aproxima, (todo depende del contexto y los demás kanjis que lo acompañen). Con esa misma lógica, si yo estoy en Japón y me da hambre, lo único que tengo que hacer es buscar el signo comida “ 食 “ en los carteles de la calle, o en google maps.

La razón por la cual me parece pertinente aburrirlos con todos estos detalles técnicos de este idioma es porque me parece que la relación que tienen los japoneses con estos signos interpela directamente al diseño gráfico. Quién no ha visto alguna vez esas tapas de revista japonesa abarrotadas de caracteres gigantes que parecen que te están gritando?

   

La mayoría está tan cargada de elementos que hasta raya en el mal gusto. Pero esta es la ventaja que los diseñadores japoneses nos llevan. Al pasar por un puesto de diarios y revistas es como un bombardeo de información. Además de la imagen, tienen el recurso de la escritura, que quizás sea hasta más apelativo que la imagen en sí. Títulos como “BELLEZA” “MODA” “CELEBRIDADES” “SEXO” disparan en la mente del receptor como una bala los significados o sensaciones que esperamos que tengan para que compren, compren y compren, (y las imágenes presentes en la portada en todo caso refuerzan el mensaje).

A veces olvidamos la estrecha relación que tiene el diseño gráfico con la comunicación, y que el mejor diseño es a menudo el que resuelve una comunicación eficiente de la forma más estética posible, en ese orden de prioridades. En mi opinión, las portadas de las revistas japonesas no son lo más estético del mundo, pero si que son eficientes. Hagan la prueba y vean algunas de las publicaciones niponas y luego, al compararlas con las que podemos encontrar en nuestro idioma, ¿no les resultan estas últimas un poco desabridas?

No es casual que Japón sea el paraíso del consumismo. Todo allí está diseñado para estimular al consumidor. El bombardeo publicitario en todos lados, (los medios, la calle, los camiones publicitarios en las zonas neurálgicas, carteles por doquier) se le suma ser una de las economías más estables del mundo. Es incluso el segundo país que más demanda tiene de consumo de lujo (detrás de Estados Unidos)

Para concluír, retomo la idea inicial sobre cómo el idioma refleja la filosofía de quienes lo hablan. El idioma japonés es relativamente fácil de hablar, pero difícil de dominar en la escritura y la lectura. Hay que aprender 2 sistemas de silabarios distintos y 5000 kanjis en idioma chino, pero una vez aprendido todo esto la eficacia y la rapidez al leer es tan ágil que vale la pena. Me parece que esa acción de trabajar mucho al principio para aprender y formarse y luego tener como resultado el doble o el triple de efectividad que cualquier otro refleja muy bien la idiosincrasia japonesa.

 

Fuentes:

  • Sadurní Villalorga, Josep: Breve aproximación a la escritura japonesa: Los kana
  • Fischer, Steven R.: A history of writing (‘historia de la escritura’, en inglés)
  • Apuntes de comunicación 1 Ledesma
  • Apuntes de Historia 1 Gavito
  • Minna no Nihongo (“Japonés para todos” en japonés)
  • Kira sensei (Youtube): “Kana y kanji”
  • Google traductor