La tipografía que elegimos dice mucho de nuestros gustos y nuestro carácter, de quienes somos y donde estamos parados. Esto también habla nuestra forma de ser y por supuesto también detalla nuestra forma de ver el mundo. “Sobre gustos, no hay nada escrito”; dice el dicho, mucho menos cuando después de tantos años uno quiere defender “lo indefendible”.