Canilleando por un sueño
Autor/a: Federico Palacios
Una visión real y cómica de lo cotidiano que afrontamos los canillitas
¡Qué ocasión especial cuando me enteré que tenía que publicar una entrada en día que el ejercicio de diario estaba vigente! ¡Qué ocasión especial cuando me enteré que además debía diseñar un diario! (o al menos sus partes primordiales). Pareciera que me genera felicidad, ¿no? Yo creo que es rutina… (Obviamente no me genera ningún rechazo publicar en éste medio, es más me gusta la idea lo que he leído) pero es que… a ver… entendamos… estem… quizá sea todo una mera casualidad o quizá sea el destino que me mandó a que mi trabajo de todos los días (si, algunas veces… literal: DE TODOS LOS DÍAS esté relacionado a ésta entrada…
No, no soy carnicero, ni carpintero, ni electricista, gasista, obstetra, curandero, taxi-boy, otorrinolaringólogo, ni nada de eso por si lo pensaron (obviamente la relación era MUY complicada por eso aquí va la ayuda 😉 )… soy Diariero… (en bold para imponer respeto).
Bueno, qué se podría decir de un oficio tan bello y seductor como el mío… Uno se levanta temprano, arma los diarios (si, tengo más diarios armados que todos los alumnos de la cátedra de éste ejercicio), sale a repartir, abre el puesto y hasta aquí es toooooodo muy normal (si no contamos caninos asesinos que solamente están desesperados por las noticias matutinas y saludan muy amablemente con ladridos e intentando, a veces logrando, mordernos). Pero empiezan dos situaciones, una más cómica si se puede decir, y otra un poco más seria:
La primera sería el trato con los clientes y situaciones cotidianas de todos los días (valga la redundancia, puesto que la gente suele serlo). ¿Qué podría yo contar a mis 21 años de la gente en los comercios si no soy nada comparado a trabajadores del rubro que están hace muchísimo más que mi edad? Puedo contar… y bastante…
- Primero: Los clientes no tienen nombre al entrar a comerciar conmigo por ende, y vale la alienación pertinente, si un cliente me viene a comprar los diarios «Tiempo y Bae» y si, y sólo si, es el único que compra éste «combo» se llamará así: «Tiempo y Bae» (Se generan confusiones de comunicación cuando ese cliente no viene y pensamos que los diarios no llegaron)
- Segundo: Más allá de toda ideología política a veces uno trata de ser condescendiente o imparcial y acepta o ignora posturas políticas de todo tipo tales como: «Ésta yegua se va de vacaciones a Estados Unidos y nos morimos de hambre» (hombre de 60 años aprox. manejando un mercedes modelo 2013) «Si asume el bostero de Macri nos vamos todos al carajo» (hombre de 30 años hincha de river comprando Clarín) o a tal extremo como: «Se viene una tercera guerra mundial, y es por los buitres» (otro hombre que seguramente tenga 40 años pero aparenta la edad de Reumosan). Obviamente ésta gente debe pensar que soy musulman, izquierdista, derechista, ateo, vegano, agnóstico, anti-buitres, pro-buitres, etc. Quizá para no confrontar con los clientes y seguir teniendo un trato con ellos uno debe al menos ignorar ciertas cosas.
- Tercero: el clima siempre está loco.
- Cuarto: Los diarios se llaman: «Popu», «Clarinete», «El mentiroso», «El amigo de Cristina», «Tiempito», «Croniquita», «Carlín» y otras denominaciones propuestas por los clientes.
- Quinto: No hay necesidad de insultarme si los diarios aumentan su precio… viene impuesto por el proveedor del mismo, ¡¿Yo qué culpa tengo?! :'(
- Sexto: El cliente siempre puede sentirse libre de mirar todos los diarios… SOLO SUS TAPAS Y NADA MÁS QUE SUS TAPAS (por hoja se cobra $0,50).
- Séptimo: La esclavización del diariero es una decisión PERSONAL. si al menos quiere que sea placentera esa decisión sea amable.
- Octavo: Una situación muy particular se da con el fútbol: Mi cliente más especial se llama «Tito», tiene 72 años, es un hombre separado (¡atención mujeres! 😉 )… él dice ser de Racing pero yo no creo que su fanatismo por la academia sea más grande que su odio por el club de mis amores, Boca Juniors… él, es un ANTI BOCA PROFESIONAL. El fútbol y el puesto de diarios tienen una relación tan linda como el choripán y la salsa criolla (no digo el chimichurri porque ese sería la política). Cada vez que es derrotado mi equipo, la liga el diariero por sobre los demás… caso inverso cuando somos vencedores, la ligan TODOS.
- Noveno: Asociaciones caninas se pondrían celosas de la cantidad de perros que uno puede albergar en los alrededores de un kiosco de diarios (dicho sea de paso, éstos caninos tienen AMOR por regar el puesto… ¿Crecerá a fuerza de meo?) pero… yo no soy una de ellas, les juro que los amo pero… no soy depósito canino, se hace lo que se puede.
- Décimo: Ésto ya es casi una máxima para demás comercios… pero, si un diario sale $8 ¿Por qué abonar con $100? ¿No es más fácil pedirme cambio? para reflexionar.
- ONCEAVO: CREO QUE ÉSTO SI ME GENERA MUCHÍSIMO ODIO… LOS BOCINAZOS. YA SE QUE ESTOY AL LADO DE UNA RUTA, PERO POR FAVOR SI ALGUIEN PASA POR MI PUESTO SEA MODERADO, NO ES LA NUEVE DE JULIO, NO ES LA GRAL. PAZ NI MUCHO MENOS JUAN B. JUSTO. ES LA CALLE BUENOS AIRES DEL CHELITO, TORTUGUITAS. (Pob. 130 masomenos).
Bueno, quizá me he excedido con ésta parte de lo cotidiano pero… ¡ES DEMASIADO RUTINARIO!.
Ahora viene una segunda parte un poquito más formal que me gustaría agregar para reforzar en éste ejercicio… acerca de la edición. Veamos como situaciones cotidianas que no son editoriales pueden ser llevadas al terreno de la edición y diseño:
- Zonas: Así como yo separo por zonas las revistas (crochet, teens, diseño, decoración, etc.) uno debe generar sus propias zonas y hacerlas notar a los usuarios. En mi kiosco obviamente uno detecta la zona fácilmente cuando se enfrenta a varias tapas de una temática en un lugar, pero en el diseño nos podemos apoyar directamente de algo que manejamos a gusto nuestro… Detectar zonas, agruparlas y dejarlas en claro es una parte importante y clave para éste laburo.
- Acomodar todo de manera que se entienda: Nosotros tenemos texto, yo tengo revistas y diarios. Así como con cosas materiales uno debe trabajar y acomodar en un escaparate nosotros también debemos «acomodar» las cosas dentro de una retícula. En la vida real uno sabe el espacio con el que cuenta y no puede agregar nada más a él y debe hacer que quede «lindo y prolijo»… ¿Qué mejor para nosotros que podemos editar de manera tal que podemos dar espacio a todo?
- Relaciones espaciales: Simplemente uno debe ser coherente con lo que pone en relación con otra cosa. En el diseño: Relaciones de títulos, volantas, copetes y texto. En el ámbito «diarieril» viene un ejemplo bien lindo: No podés poner la revista «Pasiones perversas (Con más de 500 imágenes)» al lado de «Pocoyó para colorear», no da.
Creo que esos tres puntos son los primordiales para un entendimiento más simple de las cosas…
PD: Quizá piensen que ODIO mi trabajo, tienen razón…
PD2: Mentira, realmente lo amo aunque no parezca.
Ahora dos perlitas que me encantan siempre que abro mi puesto:
EL ESTEREOTIPO, Y COMO ME SIENTO
Con muchos besis: Federico Agustín Palacios.