Una pieza que parafrasea el clásico poema de Pablo Neruda, dentro del marco opresivo de violencia de género que se vivía día a día en la ciudad de Santiago, Chile. Este afiche producido en el 2014, con el objetivo de empapelar las calles convocando a una marcha masiva a la llegada del 8 de marzo, se convirtió rápidamente en una de las piezas más estampadas, más solicitada y con más viajes y reproducciones. Llegó a participar en la exposición Women in Work: mujer, arte y trabajo en la globalización, donde más de 40 artistas y colectivos de distintas partes del mundo reflexionan sobre la relación entre mujeres y trabajo en los avatares de un mundo globalizado.
“Mujer, no me gusta cuando callas”, una fuerte frase que promueve e incita al levantamiento de voces de todas las mujeres, enfrentándose a la violencia de género reproducida durante siglos. Si bien el mensaje se dirige exclusivamente hacia la mujer, no restringe géneros, es un llamado a la sociedad en su totalidad para generar consciencia. Es un mensaje de lucha y empoderamiento, que apoya la denuncia, la expresión y sobre todo la postura y existencia de la mujer. Abandonar el silencio y hacerse presente, porque ya está presente. Repudiando el silenciamiento y la opresión de género.
La autoría de la pieza pertenece a un colectivo de propaganda que utiliza la serigrafía como principal arma de lucha, realizando intervenciones públicas y talleres. Hasta la fecha, han realizado más de 400 intervenciones, a lo largo de todo Chile y el extranjero. Conciertos, marchas, conmemoraciones, actos culturales, políticos y artísticos, son parte del amplio espectro de acción.
Este colectivo, ya desde el 2012 (cuando entran los diseñadores de esta pieza) se dedicaba a estampar mensajes sociales en la calle dentro de los lugares más diversos de Santiago y otras zonas de Chile. De este modo, la impresión de este afiche maneja un sistema de serigrafía a una tinta, algo sencillo y expresivo que propone el mensaje de forma pregnante.
En este caso el diseño fue creado para la movilización ya preestablecida que ocurriría el 8 de marzo, reclamando una conmemoración del día lejos de la “capitalista” e implementada por la sociedad sobre “el día de la mujer”, cuyo festejo dista mucho de los acontecimientos ocurridos en aquel hecho histórico, ubicando a la mujer dentro de un rol bastante retrógrado. Aquí se promueve romper ese molde con un mensaje feminista, convocando a la lucha y el reconocimiento del lugar que ocupa la mujer en la sociedad.
Sobre la tipografía y elecciones de la pieza.
En este caso, la puesta se constituye por un texto que se amolda y convive con la ilustración central para conformar un bloque en común. El afiche cuenta con dos tipos de textos, uno con más protagonismo en lettering que intenta imitar al otro, uno tipográfico en el que se utiliza la fuente “Suez Extra Bold”, ocupando un lugar más secundario.
Si bien la Suez en su diseño original tiene un trabajo de ascendentes y descendentes largas, que es su característica principal, usando solo las mayúsculas puede adquirir un nuevo uso, sin ese toque “artdeco” que describen. Al ser una tipografía egipcia, denota una cierta dureza y pregnancia, cualidades muy utilizadas en entornos activistas, donde el lugar principal es la calle (o al menos en este caso lo es) y se busca llamar la atención rápida de la gente. Por su parte, el texto expresado en lettering se complejiza desde el centro hacia afuera, destacando más ornamentos en los signos alejados y serifs más exagerados.
Tuvimos la oportunidad de hablar con los creadores de la pieza más allá de nuestro propio análisis y conclusiones, para reafirmar las elecciones tomadas.
“Nosotros estampábamos mensajes sociales en la calle (aún se hace) en los lugares más diversos de Santiago y parte de Chile. En general se usaba mucho el dibujo a mano y usábamos la compu ya para trabajar en el original serigráfico, retocar o mover piezas, pero siempre primó el boceto y el dibujo manual”.
María, diseñadora de la ilustración.
Algo que solía hacer el colectivo era rescatar gráficas populares para que los mensajes fueran identificativos para la gente, esto quiere decir, apropiarse de los recursos y elementos gráficos que eran utilizados en el ámbito social y urbano. Los afiches de la época presentaban un carácter barrial muy marcado. Se trabajaba haciendo uso de herramientas artesanales muy propias del dibujo y el lettering, que era muy popular en el cartelismo chileno. A mediados de la década podía evidenciarse el uso de la manualidad plástica para desarrollar las letras.
En esta pieza particularmente, se reconoce la inspiración directa del fileteado propio de las zonas populares de Argentina, donde las letras se ornamentaban de sobremanera para reforzar frases ingeniosas y refranes poéticos. Esta influencia surgió de un viaje realizado por los artistas a nuestra nación, a partir del cual decidieron rescatar esta gráfica popular.
Por otro lado, la decisión de arquear la tipografía de ese modo permitía dar un aspecto de movimiento, una influencia muy estilizada usada en el diseño propio de puestas referidas al sector musical. El artista que diseño las letras reconoce “bacilar sobre el estilo psicodélico” usado en los afiches de hendrix o the doors.
La imagen es una apología al habla, al ruido, a comunicarse con fuerza de forma literal. Exagera la tipografía dando a entender una fuerte compaginación entre el sonido y aquello que se pronuncia. Con agresividad, no dando lugar a interpretaciones erróneas, el mensaje se dispara desde la boca de aquella persona que comunica, con peso propio.
Cabe destacar que todas estas decisiones fueron trabajadas luego de elegir la frase. Volviendo a la importancia que le daba el colectivo al contexto social y apelar a lo conocido, propio de su cultura. La elección no fue al azar, una intervención al famoso poema de Pablo Neruda, también chileno, quien supo reconocer una violación y otros actos misóginos, para ser usada antagónicamente. Y así unir el diseño con su concepto, representado por varias mujeres abriendo una boca desprendiendo un mensaje que la rodea, el de no callarse más.