El colectivo “Voicot” (activistas por los derechos animales) nace de la necesidad de comunicar, de contarle al mundo lo que sucede detrás de un pedazo de carne, de los hábitos y de todo lo que construimos como sociedad. De la idea de cambiar el mundo por uno más justo y de las herramientas que tienen los creadores Malena Blanco y Federico Callegari (ambos publicistas) que decidieron utilizar a su favor por la causa que los une.
“Antes fuimos publicistas y fotógrafos, fuimos escritores también, pero ahora somos activistas por los derechos animales, porque no podemos mantenernos ajenos a la tremenda masacre de la que somos parte como sociedad, pero no por un tema de sensibilidad, por un tema de justicia. Somos todo esto, por la acción, la lucha y la liberación.”
—Voicot
La pieza que decidimos analizar es un afiche tipográfico tamaño A3. Es una pieza única ya que fue impreso artesanalmente en letterpress, pero a la vez es parte de una acción masiva de difusión realizada por Voicot. Sus afiches son fácilmente identificables ya que tienen una impronta propia. El objetivo es difundir y hacer visible el mensaje para llegar a la mayor cantidad de gente posible, por eso los producen en cantidad y organizan pegatinas grupales en diferentes puntos de la ciudad y del país interviniendo el espacio público. También son utilizados en diferentes marchas y/o protestas. Su forma de proceder en general es siempre igual; un mensaje corto y contundente en letras negras y grandes de caja alta. Las frases varían, pero el fin es el mismo, generar un impacto, llamar la atención, concientizar, que las frases queden resonando.
De la mano de las imprentas tipográficas, los clásicos afiches de colores chillones y letras negras con estética cumbiera que en el siglo XIX fueron una herramienta de comunicación importante para los dueños de cabarets y para partidos políticos comenzaron un proceso de retorno hacia barrios donde alguna vez habían estado, y fueron ampliando también sus mensajes y sentidos. Es frecuente chocarse con estos afiches en paredes de Palermo, Villa Crespo o Colegiales por ejemplo y los afiches de Voicot no son la excepción.
La elección sobre el tipo de impresión no es casual, ya que en sus pilares se encuentran el trabajo comunitario artesanal y autogestivo y la producción ecológica y sustentable y a su vez se posicionan claramente en contra de los grandes medios de producción, el capitalismo y el consumo desmedido. Las imprentas tipográficas, son por el contrario en su mayoría familiares y su encanto se encuentra en que todo se sigue haciendo de forma manual, es como volver al siglo XIX y rescatar la cultura e identidad local. De esta forma Voicot se posiciona a favor de la lucha porque este tradicional oficio no desaparezca, utilizándolo a su favor con una estética guerrillera y contestataria, visibilizando una problemática que está escondida, disfrazada y naturalizada. Las tipografías utilizadas son sans serif grotescas y tipografía decorativa o “fantasía” pesadas, en cuerpos grandes y con poco contraste en su trazo. La tipografía estructura la puesta; hay poco margen y espacios vacíos lo que refuerza el mensaje con tono imperativo y promueve su lectura rápida. La composición del afiche es bastante simple por eso nos parece más interesante pensar en la composición en el espacio. Lo que refuerza el mensaje es la repetición y la elección de su ubicación. Por lo general se colocan superpuestos o al lado de carteles de grandes empresas “de explotación animal”, publicidades de productos de carne o sus derivados lácteos que cuentan con presupuestos millonarios para sus campañas publicitarias orientadas a que “la gente consuma un montón de cosas que no necesita” provocando un choque de mensajes.
Esto provoca distintas reacciones en la sociedad, muchas personas se indignan alegando que los veganos son extremistas y que intentan imponer un estilo de vida sobre los otrxs, que no respetan la propiedad privada, etc. Pero para otrxs ver estos afiches es un llamado de atención a cuestionar hábitos, a tener más empatía, a deconstruír creencias. A pensar porqué comer animales implica un acto de violencia.