Producto de una convocatoria realizada por el Centro Cultural Recoleta, en el contexto del 8 de Marzo, día de la mujer, y bajo la frase «No va más» se estructura una serie de piezas que busca transmitir conceptos sociales y culturales, propios del patriarcado, que deben erradicarse de nuestra sociedad. Estos conceptos que son retratados a través de las piezas engloban la percepción de la mujer en la sociedad, desde el rol que cumple hasta la visión del hombre sobre ellas.
«el glosario de términos de aquello a lo que decimos basta surge de una serie de talleres y conversatorios realizados los primeros meses de este año (2019) de los que participaron mujeres de diferentes edades.»
Yani Arabena sobre el proyecto.
Sobre lo conceptual
Esta campaña, creada y protagonizada por mujeres, muestra una clara postura ideológica feminista que se enfrenta a los distintos mandatos retratados en cada afiche. La frase «no va más» explica que los conceptos como «patriarcado», «histérica», entre otros, deberían eliminarse de nuestro lenguaje cotidiano y ser dejados atrás en la historia de nuestra sociedad y cultura, ya que incentivan la violencia hacia las mujeres.
Dentro de este sistema de piezas, la elegida por nosotras para analizar, toma un partido conceptual que hace alusión a los carteles de precios que suelen observarse en las carnicerías. Utiliza una composición de fácil lectura con texto impreso que se mantiene constante y deja un espacio vacío dónde se escribe el precio o nombre de los productos. En la pieza se utiliza la misma composición, donde el rectángulo blanco funciona como soporte de las distintas palabras escritas a mano, que pueden considerarse «conceptos agraviantes».

También podemos contrastar la pieza con las pegatinas, o carteles de presentación, usados tanto en ámbitos laborales, como también académicos, que esencialmente son la forma que tenemos de definir cómo queremos ser percibidos ante un grupo de personas desconocidas. Desde la composición se relacionan estrechamente, ambos cuentan con un texto impreso fijo y un recuadro en blanco donde cada uno completará manualmente el nombre que lo representa.
La operación de llenar el lugar donde debería ir un nombre propio con un insulto o palabra mal intencionada nos lleva a reflexionar sobre cómo estas palabras pasan a definir la identidad de las mujeres en el imaginario colectivo.
Sobre lo formal
La pieza se rige por dos recursos tipográficos diferentes. En primer lugar se observa una familia de fuente, sans-serif, de tipo grotesca y en caja alta. Esta se ubica calada en blanco sobre un pleno rojo. En segundo lugar, encabezando la obra dentro de un recuadro blanco, se observa un tipografía gestual, que varía entre las distintas piezas pertenecientes al sistema. Si bien también se trata de una sans-serif en mayuscula, responde a un trazo manual, de color negro. Como la pieza alude a los carteles anteriormente mencionados, podemos imaginar que la tipografía de fuente simula ser la parte constante del cartel, y la tipografía gestual, la que varía.

La gestualidad violenta en la tipografía para escribir estos conceptos propios del machismo, como también los colores utilizados y que en ocasiones desborde por fuera del rectángulo blanco, le aporta visceralidad y desprolijidad que entendemos representan el dolor, la fuerza y la inmediatez propios de esta lucha.
«Imperfecta, libre, diversa, cruda, visceral. Hacer letras que se vean y que se escuchen»
son las palabras que utiliza Yani para definir la campaña.
También podemos observar a través de las distintas piezas que componen el sistema que las palabras se encuentran escritas con diferentes técnicas, simulando que cada una está escrita por una persona distinta.
Un grito al lector
Todo lo anteriormente mencionado, sumado a la elección de algunos términos insultantes como «trola», logran un efecto provocativo en el destinatario. Asimismo, al usar vocabulario informal, propio de la jerga argentina y otros países de latinoamérica, alude a la complicidad de sentirnos parte de esta sociedad machista. Interpela al lector y lo sitúa dentro del problema.

La pieza se trata de un afiche de fácil lectura. Consta de una composición sólo tipográfica y de pocos elementos, con la idea de poder funcionar en la vía pública. Si bien la campaña se llevó a cabo en el Centro Cultural Recoleta, las piezas se vieron en distintas manifestaciones feministas por el día de la mujer. Está destinada al público, mayormente hombres, aunque también mujeres, que siguen perpetuando ideales machistas en nuestra sociedad.
La unión entre el mensaje feminista y el partido conceptual de las gráficas de carteles de precios hace referencia a la concepción de la mujer como un objeto. Además, como estos carteles suelen verse en carnicerías, también hace alusión a la imagen de la mujer como un «trozo de carne», un objeto que los hombres pueden comprar para satisfacer su propio deseo.
Misma queja, distintas obras
El concepto «trozo de carne» es una comparación popular en diversas obras que buscan concientizar de forma gráfica el nivel de cosificación hacia el género femenino.

En la obra, Patricia aparece desnuda, recostada en una bandeja de telgopor, forrada en film y con una pegatina del código de barras. Lista para su compra y consumo, muestra toda la información que la haría apta para su exhibición en un supermercado: su peso, el precio por kilo y la fecha de caducidad, abril del 2008, momento en el que la artista habría cumplido 30 años.

La principal función de las piezas es lograr concientizar sobre el grado de violencia que esconden conceptos que hasta pueden llegar a parecer inocentes como el «90-60-90» y lograr erradicar el machismo y la desigualdad entre el hombre y la mujer. Se basa en el fundamento de que las palabras construyen, y el dejar de lado estas palabras que avivan el machismo, es un paso fundamental para construir una sociedad con menos violencia.
Fuentes citadas: