La tipografía en las artes visuales: Mirtha Dermisache

¿Quién dijo que la escritura debe ser útil y funcional? La obra de la artista Mirtha Dermisache pone en crisis las estructuras de la tipografía y la escritura. Al hacerlo, reelabora su relación con la pintura y con los formatos visuales de los medios masivos de comunicación.            Durante años, Dermisache se concentró obsesivamente en […]

Mirtha Dermisache. Diario N° 1. Año 1 (interior), 1972. Impresión offset sobre papel, 47 x 36,6 cm. Primera Edición Jorge Glusberg, Buenos Aires: Centro de Arte y Comunicación (CAyC), 1972.  Archivo Mirtha Dermisache (AMD)

¿Quién dijo que la escritura debe ser útil y funcional? La obra de la artista Mirtha Dermisache pone en crisis las estructuras de la tipografía y la escritura. Al hacerlo, reelabora su relación con la pintura y con los formatos visuales de los medios masivos de comunicación.           

Durante años, Dermisache se concentró obsesivamente en la producción manual de piezas caligráficas, abordando la escritura como un medio de reflexión plástica sobre la esencia del lenguaje. De esta manera, produjo cantidad de formas que no son figurativas ni abstractas, composiciones donde líneas y grafías ocupan el espacio tipográfico, definidas por Roland Barthes como una escritura ilegible.

La obra de Dermisache deja de lado el carácter funcional de la tipografía y la escritura, así como también su eficacia comunicativa. Las escrituras ilegibles son escrituras que no podemos comprender, sin embargo, no se puede decir que sean indescifrables: sino que tienen otro propósito. En efecto, el lenguaje propuesto por Dermisache niega la utilidad y la función, sino que se vuelve sobre sí mismo en busca de formas nuevas. Sus grafismos cuestionan y problematizan la posibilidad misma de la comunicación y sus límites.

Dermisache se negó a exponer sus grafías sueltas como “cuadros”, incorporándolas al sistema de edición y distribución que brinda el formato “libro de artista”, en el cual las páginas no siguen los patrones establecidos de lectura. De esta manera, cuestiona las convenciones de la industria editorial y los modos de circulación tradicionales de la obra de arte, oponiéndose a la idea de obra original y al museo como espacio privilegiado de exhibición.

En sus libros, sus escrituras y grafías ocupan la totalidad del volumen sin una coherencia formal o estilística entre sí. Algunas páginas responden a la estructura formal de la escritura, incluyendo renglones, párrafos, saltos de líneas y espaciados. Otras carecen por completo de esas marcas y se acercan más al dibujo libre, configurando composiciones abstractas e irregulares. A veces ocupan un espacio muy reducido y otras ocupan la página por completo. Los colores de las grafías varían entre sí y no parecen seguir ningún patrón reconocible.

Los títulos de las obras, son ordinales y no brindan ninguna referencia para entender la obra. Dermisache pinta una escritura, sin embargo, sus signos únicos, plasmados en la página como si fueran tipografía, se alejan de la escritura tradicional así como también rehúsan acercarse a la plástica. En ese espacio intermedio e indefinido, es el espectador quien debe completar la obra y producir sentido.

Mirtha Dermisache. Sin título (Carta), ca. década, 1970. Tinta sobre papel, 28,5 x 20,2 cm. Ejemplar único. Archivo Mirtha Dermisache (AMD)