Yo soy zurda, como muchas otras personas, no es nada de otro mundo. Y aunque ya no nos persigan y nos obliguen a ser diestros (como a nuestros abuelos, incluso nuestros padres), tenemos que reconocer que todavía vivimos en una sociedad pensada para diestros.

A la hora de educar y aprender hay que tener en cuenta las distintas capacidades de las personas, sobre todo estar alerta a las dificultades de aprendizaje. Buscar nuevos métodos e investigar nuevas herramientas puede traer soluciones para que todos puedan aprender.

Estoy segura de que todos los que estamos en el mundo del diseño prestamos una inconsciente y especial atención a las propuestas gráficas que vemos día a día en la calle, revistas, publicidades, y sobre todo en los afiches de cine. De esta forma me di cuenta de que hay una fuente que predomina notablemente en éste ámbito, y en esta nota voy a analizar por qué.

Es cotidiano ver murales con diversas tipografías e ilustraciones. En este caso voy a focalizar en los de la Villa Puerta de hierro. En algunos reclaman por derechos, como la inclusión, en otros despiden a amigos caídos por la droga o enfrentamientos. Pero me voy a centrar en esos murales en los que la tipografía comunica y hace resonar las paredes convirtiéndolas en gritos que proclaman ayuda social.