De un joven empresario a la Biblia de la moda

Autor/a: Josefina Sacarello

La revista Vogue, en sus inicios, no era más que un simple y pequeña serie de diseño y moda semanal allá por el siglo XII. Fue concebida por Arthur Baldwin Turnure y estaba dirigida hacia la elite de Nueva York.

¿Qué lleva a una pequeña revista local a ser una de las primeras del mercado mundial?

Sencillamente, un diablo vestido a la moda.

A lo largo de los años, la revista Vogue fue cambiando de editor en jefe y así modificando su edición y contenido. Fue cuando llegó a ser parte del grupo Condé Nast Publications, Inc. donde se impuso el punto de partida del imperio que es hoy día. Su primera gran modificación fue la periodicidad de las publicaciones (comenzó a ser mensual) y el contenido de la misma, la moda como objeto de deseo y sueño de consumo para las mujeres.

Pero fue recién en 1998 donde la revista llegó a su éxtasis más alto, cuando el diablo asumió el mando y tomó el poder.

Anna Wintour es quien ha hecho de Vogue lo que es hoy, una de las revistas más sofisticadas y relevantes a nivel mundial y hasta logró, ella misma, convertirse en una figura tan importante como su propia publicación, la que triunfa gracias a su capacidad de dictar tendencias y colocar en la cima, o en lo más profundo del poso, a nuevos creadores, además de su olfato para convertir en estrellas a modelos y creativos del diseño de modas.

Pero no todo es glamour y éxito dentro de Vogue. Se dice que ella es arrogante y categórica y es conocida como «La Dama de Hielo». Con una personalidad avasalladora pero con un sentido del buen gusto único. Muchos denuncian no solo su personalidad sino el mal trato que tiene con la gente que trabaja junto a ella.

Pero solo una persona con una personalidad así puede dirigir una revista de tal magnitud. Citando sus propias palabras:

«Creo que soy decidida y me gusta que las cosas se hagan rápido. Si eso da la impresión de intimidación, lo lamento. Pero lo hago con el afán de que las cosas se hagan».